Tengo miedo
a perder la maravilla
de tus ojos
de estatua, y el acento
que de noche
me pone en la mejilla
la solitaria
rosa de tu aliento.
Tengo pena
de ser en esta orilla
tronco sin
ramas; y lo que más siento
es no tener
la flor, pulpa o arcilla,
para el
gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres
el tesoro oculto mío,
si eres mi
cruz y mi dolor mojado,
si soy el
perro de tu señorío,
no me dejes
perder lo que he ganado
y decora las
aguas de tu río
con hojas de
mi otoño enajenado.
Federico
García Lorca (1898 – 1936)
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