viernes, 28 de diciembre de 2012

Una carta para el futuro


Sucede que buscaba un par de cuentos que había escrito en el bachiller: entre un mar de archivos volví a re-encontrarme con aquellas cartas que le dedicaba a una persona que vivía a lado de la preparatoria donde estudié. En uno de tantos arrebatos textuales, escribí agradecido por las veces que ella podía tolerarme. No la feché, pero creo que lo escribí en la navidad del 2003.

Recuerdo que me pedía que dejara de amarla tanto como lo hacía. Las misma idea que hoy tienen para mí. ¿Por qué será que siempre termino sintiéndome culpable de amar de la manera que lo hago?

Ya una vez coloqué en blog algunas cartas entre nosotros, pero no recuerdo como fue que la nombré. En esta ocasión, sustituí su nombre por su inicial, a fin de guardar la privacidad. A continuación el texto íntegro:

***

         Hola, F, ¿Cómo has estado?, espero que te encuentres bien. También espero que el frío invernal no mitigue tu cálida morada. Espero que no sientas la soledad en tu vida, y no se por que escribo esto, siento la necesidad irrevocable de hacerlo, y aún espero, que no te sientas mal por lo que a veces escribo, que mis letras en su ruidosa e inesperada entrada no despierten tu frágil sueño.
          Algunas veces excedo en decir, o escribir lo que pienso (como en este caso) pero mi conciencia aguarda mucho tiempo, y se acumula como el magma se acumula dentro de un volcán, y truena, es por eso que escribo.
          Escribo, no tratando de herir, escribo tratando de enmendar, por que no soy lo que escribo, unas veces valiente, otras más débilmente y algunas otras sonriente.
          Te escribo no para hacer daño, solo para hablar de lo dañado, y reparar el daño (aunque algunas veces lo vuelva a dañar). No te escribo sin pensar lo que escribo, te escribo solo cuando es necesario (o ¿Será Cuándo lo necesito?), ¡tú dime!. Si alguna ves te dañé más (y se que a sido varias veces) te ruego que me perdones, si es que puedes perdonarme.
          No te escribo para mi beneficio, te escribo en nombre de la amistad. Ahora te agradezco todo lo que no te he agradecido: primeramente GRACIAS por ser mi AMIGA, gracias por escucharme (o leerme), gracias por tu tiempo dedicado a mi, gracias por; una, dos, tres, tarjetas, una hecha por tu arte, otra por navidad, otra por una  navidad, que para mi fue oscura y eso, tu carta y los pingüinos que juntos alzaban un esplendoroso árbol navideño, fue lo único que me iluminaba, gracias por el sweater del intercambio pasado, gracias por agradecerme, y gracias por invitarme a tus cumpleaños, y gracias por venir al mío, y finalmente gracias por ser tu. GRACIAS a Dios que me permitió conocerte.
Te extraña y te quiere;
Quino

PD. Mi forma particular de dañar a una persona es amándola.
***

       

Quino

Derechos Reservados © 2012; Ley Federal del Derecho de Autor: véanse en especial artículos 3°, 4°, 5°, 11, 12, 13 y 17 de la misma ley. Estados Unidos Mexicanos.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Soneto de la dulce queja


Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

Federico García Lorca (1898 – 1936)

Foto: Anónimo


lunes, 10 de diciembre de 2012

Diciembre 10, mes 12



            
Porque si con la pasión
algo contra mi amor digo,
es mi mayor enemigo
quien me concede la razón.

Juana de Asbaje

Dice Sabina que “amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño”. Tengo amor y estoy ciego, pero ¿le hago daño? Quién podría responder sino ella o un observador externo. En los últimos días, hace dos semanas, su implacable actitud para hacerme entrar “en razón”, me dejó herido. Sin embargo, ella misma fue quien me hizo sentir bien, un sábado al medio día y, por la noche, la caída fue tan violenta. Entiendo que esconda la extraña relación que tenemos, que esconda los sentimientos que tengo para ella, pero ¿esconder aquellos momentos en que la traté como la persona digna que es? Negar que no hemos dejado de comunicarnos, omitir que nunca me he aprovechado de aquellos momentos en los que no sabe qué hacer, de sus momentos de debilidad. Entiendo que me haga un sitio, que cerque mis sentimientos, lo que no entiendo es el trato de enemigo, como el enemigo de él, de sus familias. Lo he permitido, y quizás, como también dice Sabina “me basta con ser tu enemigo”. Es mi culpa por quererla de ese modo inexplicable. Ella, la mujer que amo y pienso todos los días, a veces tiene una mirada de páramo, como desolada, y es tan linda y dulce cuando destella un poco su sonrisa y emerge, inevitable, como un amanecer del principio de los tiempos. Será navidad, el tiempo más lindo para mí, aunque el frío me recuerda la agonía de mis abuelos, la calidad de la temporada me gusta mucho. Desde hace unos años tengo la costumbre de regalar algunos cuantos juguetes para niños en situación de desventaja, es el momento de una gloria anónima de saber que un niños tendrá un instrumento de imaginación.

PD. Todas estas noches me he ido a la cama escuchando “Ojalá” de Silvio y “Se equivocó la paloma” interpretada por Serrat.

PD. Dulce amiga, dulce amor, te quiero ver diamante.

Quino

Derechos Reservados © 2012; Ley Federal del Derecho de Autor: véanse en especial artículos 3°, 4°, 5°, 11, 12, 13 y 17 de la misma ley. Estados Unidos Mexicanos.