viernes, 15 de julio de 2011

Esperando

Ayer leí de alguien que esperaba algo desde hace años y, por fin, solo faltaban días para terminar la espera. No sé por qué Recordé algo que escribí en el 2009, un 1 de enero. Dicho año lo recibí con una acumulación de preocupaciones sobre mi vida profesional. He aquí el texto integro tal cual:
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Guadalajara Jalisco, Estados Unidos Mexicanos
Me encaminé a mejorar el desempeño de mis encargos, esperando aprender para perfeccionar y refinar mis funciones tanto en el plano teórico como práctico, pero nada de eso sirve al momento de seleccionar el personal de la Institución que defendí ante los señalamientos de fraude. Maldita sea, soy el incorruptible en un mundo de corruptos y corruptores. El tráfico de influencias es más pesado de lo que mi ingenuo intelecto puede alcanzar a mirar. La mera verdad es que deseaba esos puestos y empeora porque también lo necesitaba. Siento una profunda decepción, no hay espacio ni futuro para mí, sólo puedo esperar que mi fuerza sea mayor al nadar contra corriente, aunque la fuerza no se compara con la ley del más gandaya.
Tendré que ofrecer mi alma a las fuerzas oscuras. Ofrecer mis conocimientos y mi lealtad a un sistema que me provoca repugnancia.
Aun así, mantendré la pobre esperanza de borrar este archivo letra por letra. No dejaré de luchar hasta consumar mis sueños y mi libertad.
Quino / Jueves, 1 de enero 2009
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En efecto. Recuerdo que competí para acceder a un cargo en una institución del Estado, pero no logré que me tomaran en cuenta. Lo peor es que reconstruí la forma en que fue contratado el personal tras conversaciones. Me lo dijeron de forma indirecta quienes conocía; las mimas personas que entregaron su currículum junto a mí y me revelaron sus contactos dentro de la institución.
Quise poner a prueba mi ética y la de los funcionarios de aquella institución. Mi currículum está completo (no perfecto pero completo). Más tarde me enteré que la lista de contratados estaba ya hecha desde antes que entregara mi currículum. Gran decepción y sentía mucha repulsión por ellos –incluso por un amigo mío quien se prestó a esas relaciones de poder del más gandaya–.
Aún cuando los veo, no puedo dejar de pensar en la forma patrimonialista que utilizan los recursos del Estado y sentir la misma repulsión de aquél primer día del año. Ahora, no entiendo el por qué me empeño en ver sólo mis problemas sentimentales. Recuerdo mi ataque sistemático de bombardeos mediáticos hacia la institución y, en aquella ocasión, un amigo me dijo; “mejor preocúpate del corazón”.
Sinceramente no soy de los que se enamora tan fácil, aunque parezca lo contrario. Ahora sí lamento mucho sentir lo que siento, y me esfuerzo para que no me afecte. Todo indica que no borraré ninguna de esas palabras, a pesar de que siga esperando.
Quino


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