martes, 24 de mayo de 2011

Para hacer funcionar las estrellas

Hoy en la clase, entre Habermas, Arent, Huntington, Stuart Mill, redacté; “Algunas personas pueden ser como poesía en la vida de otras, pero también hay personas que pueden ser la fuente de la poesía”. Y la llevo en la mente todo el día, sé que no soy como poesía en su vida, pero ella hace de mi vida poesía. Dios santo, como me gustaría compartirle al mundo lo que siento por ella.
¿Dónde está el botón azul?

Para hacer funcionar a las estrellas
Para hacer funcionar a las estrellas es necesario apretar el botón azul.
Las rosas están insoportables en el florero.
¿Por qué me levanto a las tres de la mañana mientras todos duermen? ¿Mi corazón sonámbulo se pone a andar sobre las azoteas detectando los crímenes, investigando el amor?
Tengo todas las páginas para escribir, tengo el silencio, la soledad, el amoroso insomnio; pero sólo hay temblores subterráneos, hojas de angustia que aplasta una serpiente en sombra. No hay nada que decir: es el presagio, sólo el presagio de nuestro nacimiento.
Jaime Sabines Gutiérrez (1926-1999)


sábado, 21 de mayo de 2011

El fundamento de mi felicidad

“Corazón apasionado disimula tu tristeza
 no disimules tu felicidad”
Canción popular de la Revolución,
levemente modificada

En el último mes tuve al menos dos fuertes crisis sentimentales. Ciertamente las he tenido otras veces, pero esta vez fueron diferentes. En la primera crisis del mes, hice lo que nunca había hecho; acudir a mis amigos, a un par de ellos particularmente. En la segunda crisis, en menos de una semana de la anterior, la tuve en presencia de la persona que es fuente de mis más bellos sentimientos.
Nunca había expuestos mis sentimientos a ninguna persona, salvo esporádicos momentos, pero nunca al borde de la locura y del llanto. Fueron un par de amigos de la facultad quienes me escucharon y se percataron de lo que me sucedía. Los dos coincidieron en una cosa; nunca me habían conocido enamorado. Supongo que creyeron que esto era imposible.
Luego, algo me sucedió que terminé por derrumbarme frente a la persona que quiero como algo más que amiga. Los detalles salen sobrando. Sin embargo, el peor momento de debilidad sentimental frente a ella fue sanado por ella misma. Ella me sacó del lapsus sentimental en el que me ahogaba. A los ojos de un observador externo no hizo mucho, pero significó tanto para mí.
Solo hasta ese momento me di cuenta de lo que mis amigos; al menos tres de ellos me había dicho con anterioridad y que puedo resumir en dos premisas:
1)      El amor es un sentimiento muy bello que no es causa de sufrimiento porque sus efectos contrarrestan todo sufrimiento.
2)      La felicidad es un estatus de voluntad, uno escoge ser feliz porque el sufrimiento se manifiesta en dos formas: Una externo que no se puede controlar y la otra que es producto de la voluntad. He allí el por qué la elección entre felicidad y sufrimiento (El jurista italiano Luigui Ferrarjoli recuerda el ensayo de Salvatore Natoli quien diferencia el dolor sufrido y el dolor infligido).
Ese mismo día concluí estas dos premisas y, con trazos temerosos, dibujé una sonrisa en un post-it que representa mis bellos sentimientos y, en consecuencia, de mi felicidad como recuerdo del pacto celebrado entre mi persona y dichos sentimientos.
Soy feliz porque elijo serlo y sobre todo porque la persona -causa de mis más bellos sentimientos- es el fundamento de mi felicidad. Pero de ninguna manera es un pacto de sujeción autoritario -como la fórmula política de Thomas Hobbes en el Leviatán- dado que surge de mi voluntad y no es producto del miedo o de una amenaza a mi existencia, en ese caso sentimental. Sencillamente me gusta tener estos sentimientos y sobre todo que ella sea la causa que los provoca.
No necesito comprobarlo más. Cada vez que la recuerdo, es decir, en todo momento o cada vez que la saludo, en el momento en que cruzo alguna mínima interacción con ella; desde lo más profundo de mi alma, me invade una felicidad enorme.
La quiero mucho y se lo estaré demostrando
No solo siento, también quiero sentirlo, más que nada quiero y siento
Quino

Derechos Reservados © 2011; Ley Federal del Derecho de Autor: véanse en especial artículos 3°, 4°, 5°, 11, 12, 13 y 17 de la misma ley. Estados Unidos Mexicanos.

domingo, 15 de mayo de 2011

Tregua permanente

La música resonaba en los ventanales y sobre el aire flotaba la melodía hacia los oídos de quienes bailaban; bajando por ellos a sus cuerpos trémulos en una rítmica labor delicada de coordinación. En otro espacio, las conversaciones se interrumpían por sendas sonrisas y pequeñas carcajadas. Sostenían en sus manos las copas alcoholizadas, mismas que ingerían amenizando el sentimiento. Contrastaba con el frío viento que pegaba en las paredes de aquel departamento.
Tan sonreía que la felicidad parecía su rostro. Aunque en ocasiones miraba la puerta de su departamento y perdía su mirada imaginando que ella entraba rechinando las llaves mientras deslizaba la puerta. Pero su cuerpo seguía en la euforia del festejo. Nadie lo notó, excepto la expresión de alegría que lo dibujaba como una silueta de luminosa sombra.
Fue un momento preciso en que la despedida transformó la conversación de los invitados. Diluyó el silencio espurio que había dejado el cese de la música. Y tras el último invitado, la puerta bloqueó la arritmia placentera de la reunión. El silencio se apoderó de la impavidez de su cuerpo recostado en un enorme sillón. El frío entraba y se apoderaba de cada rincón; en su cocina, en su sala y, sobre todo, en su recamara, incluso de el mismo.
Acomodó, sacudió y limpió el desorden lúdico de la reunión. Recogió los cubiertos, los platos y los vasos. Las botellas vacías expelían el aroma de uva mediterránea consumido. Guardó cuidadosamente cada uno de las copas de cristal. Hasta que solo quedó; el plato, el vaso, la botella, la copa que utiliza para si mismo. Se recostó, otra vez, en el sillón mirando la ventana donde llovían las estrellas. Y aquél frío de primavera era la soledad de su existencia; del impasse de aquella tregua permanente e involuntaria de su aislamiento sentimental.
Quino

Derechos Reservados © 2011; Ley Federal del Derecho de Autor: véanse en especial artículos 3°, 4°, 5°, 11, 12, 13 y 17 de la misma ley. Estados Unidos Mexicanos.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Quienes tienen la fortuna

Uno está enamorado cuando se da cuenta
de que otra persona es única.
Jorge Luis Borges

Estaba recordando que en mayo de 2010 tuve un conflicto con un par de mis amigos. Era un momento en que los gastos me habían consumido, al grado tal que solo podía darme el lujo de tomar un trasporte y regresar caminando, como lo debía hacer varias veces de la biblioteca a la casa haciendo casi dos horas a pie.

Entonces llegó mayo y cierto día, asistimos al Tribunal Superior de Justicia para reunirme con unos amigos con la finalidad de participar en una conferencia. Para esto, en una reunión previa les pedí que me acompañara a unos eventos gratuitos del Festival Cultural de Mayo que se lleva todos los años en Guadalajara, les mostré un programa de los eventos gratuitos, pero sus agendas no pudieron coincidir.  Al menos eso no me dijeron.

Quienes conocen Guadalajara saben que el Teatro Degollado está a un lado del tribunal. Después del evento en el tribunal me pidieron que los acompañara al teatro y, bien feliz creyendo que iríamos a un evento. Vaya inocencia. El caso es que acudieron para comprar unos boletos para asistir a una de las funciones donde se presentaría una orquesta sinfónica. Yo creí que me invitarían, pero no. El par de amigos invitaría a un par de amigas, a espaldas de sus respectivas novias. Ustedes preguntarán, ¿qué tiene de malo? No tendría nada de malo salvo que sabía, y de viva voz, que ellos pretendían más que una simple salida nocturna al teatro.

Entonces había dos cosas que me molestaron. Una, que despreciaron acompañarme a un evento gratuito y, dos, que sus novias son también mis amigas, y me molestó la forma en que ellos se dan el lujo de abusar de la fortuna de contar con una persona que los ame. Mi molestia fue subiendo de tono. Como sé más de música clásica que ellos –de hecho ni les gusta– comencé a alardear que ni ellos ni ellas apreciarían la música que se interpretaría; algunas obras de Mozart. 

Después, aunque no sé si lo hice por mi molestia personal, les enfrenté diciendo que debían honrarme y llevar a sus novias que sí son su novias. El caso es que no lo hicieron. Olvidaba que les hablaba al par de amigos que usa todos los medios, cualquier medio, para andar con más de una mujer. Opté por retirarme a mi casa en parte porque también debía irme caminando. De ellos he recibido tantos consejos para este misterioso asunto de invitar a salir a una persona que me parecen tan deleznables, más bien faltos de ética, que nunca los he puesto en operación.

Mis estrategias y tácticas para salir, o intentar salir con alguien, son siempre fallidas. Pero tengo la conciencia que nunca utilizaré a una persona, y sobre todo sí es la que amo o la que tengo como amiga, para utilizarla como un medio para satisfacer algún tipo de ego masculino. Eso no es lo mío.

jueves, 5 de mayo de 2011

Poema 14

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

Pablo Neruda (1924)