No es que sea impertinente. No es que sea dramático. No había adquirido tal confianza para hablar de “temas delicados”. A pesar de siempre escuchar a otras personas, a él no lo habían escuchado, o leído. Siempre está dispuesto a dar consejos. Le preguntan y dice: “…mira sí le dices esto seguro responde así…”, “…te garantizo emboscar su corazón de esta manera…”, “…sí, la regaste, debes hacer que alguien más hable por ti, mira, con este poema…”.
En todo momento anda formulando y afirmando estrategias para el amor. Se siente tan comprometido, con quien busca su consejo, que no puede comenzar sus afirmaciones diciendo “…a mí nunca me ha funcionado pero…”.
Ha pasado toda su vida en la estación que el paisaje y las necesidades de los otros lo convirtió en un guía. En un ciego que guía ciegos.
Marginalmente alguien le pregunta: “…y a ti, cómo te va…” y hasta hace muy poco respondía: “no me interesa buscar en este momento”. El orgullo y el compromiso no le dejaban abrirse. Podrá ser lo que sea. Sabe física, química, álgebra, filosofía política. Puede arreglar computadoras, televisores, radios, sabe instalar conexiones eléctricas, baños, equipo de audio, video, computación. De alguna manera sabe defensa personal y dar primeros auxilios. Le gusta la música clásica de todos los géneros. Le encanta ir -aunque sea imaginariamente-, al cine, a las obras de teatro, a los musicales, a los conciertos, al zoológico, a caminar en el bosque, a viajar. Pero es un inepto en el amor. Sólo es un teórico.
Siempre se queda maravillado, a veces con cierta envidia, cuando una pareja se abraza, cuando se besan, cuando se toman de la mano, cuando se miran en silencio, cuando comen juntos, cuando se escriben tonterías. Se queda anonadado cuando algún enamorado espera a su amor en la plaza, en la calle, en una banca, en la escuela, en el jardín, en el pórtico de una casa.
Una vez, la curiosidad por entender los comportamientos de dos personas que se aman le llevo a preguntar, tan inocentemente que pareció un estúpido: “…oye, y de qué hablan los novios…”.
Sí le escuchas o te escribe exponiendo que es un tonto, un inexperto, un iluso, un incomprendido, un débil, que muy en el fondo contiene una inmensa tristeza, como cual núcleo de un planeta, y por eso suena dramático, no es porque esté acusando. Lo que sucede es que nunca había hablado de eso. Perdida su alma en la gran ilusión de sus sinfonías, teme todas las decepciones.
Cuando cruza miradas, palabras, tacto con algún extraño siempre dice en silencio: “gracias por mirarme, por hablarme, por tocarme”. Pero no agradece por escucharlo, pues no habla, y siempre quiere hablar. Agradece mucho que los amigos no necesiten declararse, si así lo fuera él nunca tendría amigos porque le cuesta mucho trabajo declarar lo que siente. Por eso valora mucho la amistad, por eso puede sacrificar todo por amor, excepto la amistad.
Aunque, para él siempre será wrong timing, a nombre suyo, agradezco por mirarle, hablarle, tocarle pero más le voy a agradecer sí lo lee y sí lo escucha y todavía aun más sí lo comprende. Porque él aprende mucho de usted y sus conversaciones son interesantes y amenas, por eso siempre quiere hablarle en todo momento. Él jamás hará algo que te hiera, siempre será respetuoso, siempre la escuchará y siempre ofrecerá su ayuda y sus consejos. Se esfuerza por ser objetivo.
Lo digo yo, que soy su mejor amigo.
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