Le dije a una amiga que a veces no me hallo y me respondió que para hallarse hay que buscarse. Trato de entender qué quiso decirme. El martes estaba en la biblioteca Iberoamericana, como casi siempre, con mi “compañera de tesis” (una de mis pocas amigas mujeres), aquel martes fue 14 de febrero y me invitó a comer a casa de sus padres, hicieron pozole, yo encantado. Son una linda familia. Conozco gran parte de su familia y ellos me conocen a mí, pero en esta ocasión estaba sólo su prima y su abuelita.
Siendo esa fecha, había mucho relajo para demostrar el cariño que las parejas se tienen. Mi amiga tiene novio, pero no vive en esta ciudad, la hermana de mi amiga no tiene novio pero tiene un Amigo (con A mayúscula) y su prima, recientemente, se había separado del suyo. Durante la comida, las amigas de la mamá de mi amiga nos traían de “comidilla” al hermano de mi amiga y a mí, por el hecho de que ambos no tenemos novia. Al parecer, se le dificulta tener una novia como es mi caso. Realmente, ellas no sólo se divertían con nosotros, sino nos enseñaban de su experiencia.
Por otro lado, estaba la prima de mi amiga, cuyo sentimiento se reflejaba en su rostro. Ella es una mujer realmente muy bella y había decidido terminar con el que era su novio. Ella platicó muy poco de ese evento y las amigas de la mamá de mi amiga fueron bastante considerables con ella y sus comentarios no tenían la gracia con que a nosotros nos trataron. En sí, todos le tratábamos de dar ánimos, porque se le notaba a flor de piel lo que por dentro estaba pensando; en ese des-amor. Es como pude ver en su mirada mi sentimiento. Tratando de esconderlo, yo estoy igual que la prima de mi amiga. Sé lo feo que se siente estar con un corazón roto, pero un corazón cuyas fisuras fueron provocadas por uno mismo.
Al final, en la despedida, una de las amigas de la mamá se acercó y me dijo que no me sintiera mal, pero que nunca pierda las esperanzas de seguir buscando a una persona donde pueda cultivar un amor. Claro, sólo asenté con la cabeza, le dije que era un gusto conocerla y que tomaría en cuenta todos sus consejos. Luego de la comida, regresamos a la biblioteca, pero había un concierto al aire libre. Fuimos un rato, en eso nos vimos con la hermana de mi amiga quién iba con su Amigo (con A mayúscula).
Después del concierto, que lo único que vimos de ese evento fue una considerable cantidad de policías y un ruido tremendo, fuimos a un bar que está por la calle de Coronilla. Ya había entrado una vez a ese bar. En dicho lugar, las personas se encuentra en los bares, me refiero a que muchos conocidos de la hermana de mi amiga estaba ahí, y de repente salían más conocidos que llegaron ahí por mera coincidencia o personas que conocían personas. A decir verdad, yo me sentía muy raro. Mi amiga me preguntó infinidad de veces la razón por la cual veía mi celular, porque infinidad de veces me metía a ver si estaba conectada en el Messenger la persona que a diario la tengo en mi mente. Me preguntaba que si estaba preocupado o aburrido y sólo negué decir cualquier cosa que por mi mente y mi corazón pasaba.
Conversé con muchas personas, yo con mi refresco y ellos con sus bebidas alcohólicas. Conocí a un par de artesanos que elaboran marionetas y que son parte de una compañía de teatro que han estado en París y hasta la sierra Rarámuri. Particularmente, fue interesante saber su opinión, como agentes de la cultura, sobre los asuntos de la política. Me quedé maravillado con su opinión respecto a su posición ideológica y sobre aquello que piensan de la política real.
Eso en un hilo de conversación, por otro lado; rehusaba a conversar los temas de las “parejas”, porque todos hablaban de sus experiencias personales. Yo, sencillamente, no entendía cómo es que una persona se enamora y se mantiene enamorada, pero yo no podía aportar nada a esa conversación, nada que no causara risa o incredulidad, seguirá siendo algo raro para mí.
Así terminó mi 14 de febrero, cómo casi todos los años, confundido de ese misterio de parejas y sin saber ni poder hallarme.
Quino
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