“Cuando estás cerca de mí, me
enamoro de ti”. Quizá esto que he leído no se refiere a mí o a [¿nuestra?]
situación. Tal vez no lo imaginas, pero afirmar que no quiero hablar contigo es
una parte de mi propia razón la que se impone, porque en realidad me duele
mucho y es bastante triste, tan triste como en este momento que me tienes en
una espiral de la tragedia. Mi determinación de no buscarte ni hablarte (pese a
mi incapacidad de no dejar de pensarte), es porque el poco tiempo que me
destinabas me hacía afianzar el amor que he llegado a sentir por ti.
No importa lo que haga, o mejor
dicho: lo que me haya esforzado en hacer o en cambiar de mí, nunca pude hacer
que cambiaras de opinión ni siquiera cuando estabas con el que te pisoteaba. ¿Qué
puedo hacer más en este momento? Sólo alejarme de mi amarga derrota.
¿Y siempre nos quedamos a un paso?
Ayer [re]leí un verso de Neruda:
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
[…]
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
Me hizo pensar en ti, como si
fueran pocas las veces que a lo largo del día no pensara en ti. Pero yo siempre
te quise y todavía sé que te quiero.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ayer que [re]leí un verso de
Neruda me puse a llorar, sin pensar en nada más. Tantas veces te dije: “te
quiero”, la única vez que logré tomar tu mano te pedí que te quedaras
conmigo para toda mi vida, o todas las veces que te ofrecía una cita en serio y
todas las otras veces que intenté besarte y no logré hacerlo.
Sí tengo idea de lo que yo puedo
despertar en ti, y es por eso que me alejo de ti, porque creo que no lo dejarás
por mí. Por la misma razón que me equivoqué y no tuve el valor de confiar en ti
y dejarla para irme contigo aquella vez que los astros conspiraron para mí
fortuna.
Mi alma no se contenta con [haberte] perdido.
Aunque éste sea el último dolor que [me causes],
y éstos sean los últimos versos que yo [no te] escribo.
Cuando estas cerca de mí, no me
haces daño. Provocas que vuelva a enamorarme de ti, Gaby.