“Aceptamos el amor que creemos merecer”
Las ventajas de ser invisible
“Estás en un punto donde no te puedes ayudar a ti mismo”; “a veces
confundimos por amor con aquel vacío que tenemos con alguna necesidad que no ha
sido cubierta”; “no te confundas, ella no te quiere: así diga lo que diga, sus
acciones muestra otra cosa, pero no lo que tú quieres”; “ya no sé qué decirte,
pero aún te puedo ayudar… (y me recomienda a su terapeuta)”; “los de tu
profesión no van a terapia muy seguido, ¿verdad?”; “probablemente te ama, pero
si ambos sufren por esto no será mucho el amor”; “si ella te necesita, pero te
esconde, deja de preocuparte por ella, que arregle sus asuntos con quienes sí
quiere estar: no te hundas tú. Me has ayudado mucho, no puedo creer que estés
así”. Y siguen los argumentos ¿Qué hacer? No me alcanza nada para comprender qué
me sucede, por qué he dejado que esto ocurra, qué necesidad tengo de
necesitarla. Ella es un encanto, a pesar de todo.
Y sin embargo…
Fui a buscarla, me arriesgué a hacerlo, tuve el atrevimiento de
presentarme en su casa. Lo hice habiendo eliminado el deseo de verla frente a frente,
para no romperme el corazón si no me recibía. Ella no estaba en su casa. Más
tarde me buscó, no fueron más de 15 minutos en aquella banca a fuera de la
iglesia. Mi vida ilusionada, mi sonrisa por ella. La alegría floreció en mí
cuando escuché su voz, cuando la miré llegar. Fue tan dulce el momento, aunque
ella se veía con el semblante triste: y tuvo la fuerza de regalarme una foto
con ella. Olía tan fresca, se veía tan bien: sentir su cabeza en mi hombro,
imaginar sentir sus latidos cerca de mi pecho. Fue mágico. El paraíso en la Tierra.
PD: Con la paz en las montañas…
Quino
Derechos Reservados © 2013; Ley Federal del Derecho de
Autor: véanse en especial artículos 3°, 4°, 5°, 11, 12, 13 y 17 de la misma
ley. Estados Unidos Mexicanos.