En el sillón de la sala miraba con cierta
nostalgia una película: Náufrago. Tal película trata de un personaje que
regresa a la vida citadina tras pasar cinco años en una isla; tiene escenas
realmente conmovedoras e impactan al público que, como Quino, se siente sumergido
en la soledad. Recibió el mensaje vía celular de aquella mujer al que él ama
con dulzura inexplicable y se quedó helado, por su mente pasaban meras
especulaciones: 1) ella estaba triste y necesitaba a su amigo Quino; 2) Su
mensaje era sincero y quería normalizar la amistad.
Cualquiera que haya sido el motivo, Quino
estaba deshecho. Se quedó con el celular en la mano sin saber qué hacer; si
responder o no responder, si respondía, cómo lo haría. Contempló por unos
instantes el televisor sin poner atención realmente y soltó en llanto. Su madre
entró a la sala y él trató de reponerse, su dolor pasó desaparecido por las
escenas en el televisor. Pero seguí mal, entonces decidió meterse a su
habitación.
Decidió marcar el número de la persona que él
ama, sin embargo dudó que fuera aminorar el dolor y entre un leve sollozo se
deslizó por la cama hasta quedar en el piso sentado; puso su cabeza entres sus
piernas sin soltar el celular apuntando su dedo para marcar el número de su
amiga. Se quedó en el piso tratando de pensar las cosas sin dejar el llanto, un
llanto de duda, de incertidumbre. Quino sabe que cada vez que interactúa con su
amiga sólo lo echa a perder porque afloran sus bellos y espurios sentimientos.
Se quedó por casi una hora en el piso entre
llantos, silencios y culpas. Él no platica con muchas personas, el silencio es
la soledad que lo acompaña en sus días cotidianos, entonces, que su amiga, la
que él tanto dice amar, lo invité a comunicarse con ella es una esperanza de
suerte divina. Una falsa esperanza, pero esperanza al fin. No es mentira que se
enamoró de ella por la particular forma que ella tiene para comunicarse; entre
poesía y sabiduría contemporánea.
Quino encuentra en la charla de ella el cielo
lírico de un gentil terruño de alegría.
Ella no entiende la necesidad que él tiene de ella; está enamorado, dolorosa, inevitablemente.
Tal vez ella estaba charlando con su novio
cómodamente desde su silla de trabajo, en tanto Quino probaba el frío piso del
olvido y el desasosiego. Qué hacer, qué hacer si alma pide a todas horas
comunicación con el ser que ama. Él no sabe, no comprende porque no puede ser
una persona idónea para ella y sin embargo, sostiene el sentimiento en un
naufragio citadino.
Ella debería comprender que Quino está en la
etapa de su vida donde la desgana le atormenta sus actividades, ella debería
respetar los sentimientos de él y su trágica derrota de su siempre inoportuno
corazón. A pesar de todo, él la sigue amando. Él podrá ignorar sus mensajes,
pero Quino no puede ignorar lo que sigue sintiendo por ella, ese es su peor
tormento.
Quino
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