Te quiero, amor, amor absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas
y diciéndote adiós yendo a tu lado.
Jaime Sabines
Tengo días sin hablarle; la extraño y no he querido soltar alguna evidencia de que la extraño, pero dentro de mi mente sólo existen recuerdos de nuestras conversaciones, a veces me hace reír, otras veces me preocupo por ella y otras veces me veo contemplándola en sus estrellas de papel.
El último día de diciembre una amiga me cuestionó algo que no me atreví a contestarle:
[…] el otra vez vi a polo por esteban a la torre. iba con una muchacha muy wapa y el con una sonrisota de lado a lado
cuando te vere a ti en las mismas circunstancias?
Dichas palabras me remueven todos los días cuando veo pasar a una pareja. Ayer me sucedieron dos cosas. La primera fue esperando el transporte público en la calle Presa Laurel y Salario, noté a un joven sollozando a un teléfono público. El notó que lo miraba y fue hacía a mí. Se veía de mi edad, tal vez más joven, estaba ebrio y en sus dientes se notaba que había vomitado sangre. Me quedé parado frente a él, mientras me decía que había sido golpeado por unos tipos y trataba de comunicarse con su esposa. Le contesté que esos teléfonos sólo funcionan con una tarjeta, pero le ofrecí llamar a la policía. Lo interrogué tal como me enseñaron a hacerlo:
- ¿Cómo te llamas? - Fernando
- ¿Dónde vives? - En Lomas del Aeropuerto
- ¿A qué te dedicas? - … (se quedó callado)
- ¿Qué estabas haciendo por acá? - Viene a buscar a un amigo
- ¿Te golpearon o te peleaste? - Me golpearon
- ¿Te robaron? - No.
…
Le dije, que llamaría a la policía, desde mi celular, para que lo llevaran al ministerio público y de paso a la Cruz Verde, aceptó de momento, y cuando estaba marcando al número de emergencia me suplicó que mejor no, porque lo llevarían “detenido”. Entonces colgué, le dije claro que lo harán porque estar ebrio en la vía pública es falta administrativa, pero que estaría más seguro allí que en la vía pública en esas condisiones.
El reviró y me suplicó que mejor no lo hiciera. Le expliqué que si pasaba alguna patrulla de todas formas se lo llevarían. Pero volvió a la súplica y me pidió que lo comunicara con su esposa y así lo hice. Mientras, me preguntaba qué mujer se casaría con un tipo que vaga ebrio y golpeado por las calles. ¿Así será el amor? ¿O qué circunstancia lo adhieren a él?
Llamé a su esposa y me contestó una voz suave, le mencioné que estaba con una persona que decía ser su marido y mencioné su nombre…, pero ella decía que no me escuchaba bien. Me colgó la llamada. Le volví a marcar y no contestó. Le dije al joven ebrio que no podía hacer más y me retiré dejándolo a su suerte no sin antes ofrecerle llamar un ambulancia. Me despidió agradeciendo en nombre de Dios.
Salí y llegué a mi trabajo. Estuve en una reunión media tarde después de ese evento, y entonces me llamaron del número que marqué. No podía contestar así que le expliqué todo por mensaje de texto. Le hice saber que aquel hombre que dijo llamarse Fernando estaba bien, describí sus condiciones y cómo se negó a que lo ayudara más. Su esposa me dio las gracias invocando de nuevo a Dios.
El segundo evento fue en la tarde noche en la universidad donde estudio. En dicho campus existe una rampa a lado de un jardín con grandes árboles. Yo iba bajando por ella y dos jóvenes subían. Yo conservé mi derecha mientras los dos jóvenes seguían caminando abarcando toda la rampa y me seguí como el “juego de la gallina”. No me quitaré y no me quité, y nos impactamos. Yo iba escribiendo en mi celular y él estaba volteando a otro lado mirando a una mujer.
Me quedé detenido sin quitarme, aunque se disculpó y yo no, le dije que se hiciera un lado y que caminara por su lado, me preguntó que cuál lado y le dije que las personas deben caminar conservando su derecha. Eso lo molestó. En esa posición estaba vulnerable porque no podía ver dónde y qué estaba haciendo su compañero con el que iba caminando. Me quedé sin quitarme y me quiso mover con su mano, pero no me movió y seguía escribiendo mi mensaje. Jamás lo miré, pero al parecer los guardias de seguridad nos vieron y echaron a correr hacia nosotros y mejor me quité. Seguí mi camino.
No tengo idea de por qué lo hice, siempre ando eludiendo los enfrentamientos. Está vez estaba en otro lado. Luego sólo sentí pena por mí mismo. Todos estos días me he sentido mal, pero no puedo externarlo. Me he sentido culpable y luego recuerdo todas las veces que ella me dijo que podía enamorar a cualquier chava y todas las veces que ella me dijo cuánto me apreciaba.
No logro concebir mi cobardía de no hacer todo cuanto sea posible para enamorar a una mujer, como lo estoy de mi amiga. Ahora estoy afrontando sin enfrentar. Sé que es absurdo que esté triste y desalineado por esa tontería de haberme enamorado. Me siento enojado conmigo, decepcionado de mí, de mi impotencia de amor, de siempre fijarme en las personas que ya están enamoradas.
Así termino siempre, en el abismo de la soledad. Y veo a los enamorados y me digo: cuándo me veré en esa circunstancia, ojalá me pasara eso a mí.
Quino
Derechos Reservados © 2012; Ley Federal del Derecho de Autor: véanse en especial artículos 3°, 4°, 5°, 11, 12, 13 y 17 de la misma ley. Estados Unidos Mexicanos.